Por Anita González Sigler
Fotos: fuente externa
Hubo un tiempo en que el tulipán se convirtió en el mayor objeto del deseo. En el siglo XVII un bulbo de la variedad “Semper Augustus”, por ejemplo, podía costar lo mismo que una casa en un canal de Ámsterdam, Holanda. Así de caro se cotizaba esta flor, causante de la primera burbuja económica de la historia moderna y que se conoció como la tulipomanía.
La llamada crisis de los tulipanes tuvo lugar en los años 30 del siglo XVII, durante una época de bonanza para los Países Bajos. Los codiciados bulbos de tulipán multiplicaron su valor por 100 en apenas cuatro años y luego de que se perdiera el interés por ellos su precio cayó estrepitosamente para sumir al país en una grave crisis económica.
El tulipán, llegado a los Países Bajos desde Turquía –parte del antiguo imperio otomano donde los sultanes le conferían un significado sagrado–, pronto se convirtió en un símbolo de opulencia entre las familias adineradas de Europa que competían por exhibir las flores más exóticas en los jardines de sus mansiones. La hermosura de la flor hizo que todos quisieran invertir en bulbos de tulipanes y los precios se dispararon.
Tras semejante euforia por su producción y su compra, el mercado comenzó a ir cada vez más a la alza. Incluso, muchas personas –de distintas clases sociales– dejaron sus trabajos y ocupaciones para dedicarse de lleno a su cultivo. Para 1623 no era difícil que un solo bulbo alcanzara la astronómica cifra de 1.000 florines. El sueldo medio anual de un holandés en aquella época rondaba los 150 florines, por lo que si en la mente de este mortal estaba adquirir un exótico bulbo de tulipán, debía trabajar durante casi 10 años.
Nadie quería quedarse fuera del lucrativo negocio. La tulipomanía llegó a tal punto que dejaron de cultivarse muchos otros productos para sembrar tulipanes y se llegaron a imprimir cientos de vistosos catálogos sobre el tema. Hasta la bolsa de valores llegaron los tulipanes.
También sucedió algo asombroso. Por razones entonces desconocidas los tulipanes cultivados en los Países Bajos modificaron su apariencia a variedades multicolores, de tonos más llamativos, lo cual hizo que su exotismo y su precio se incrementaran. La causa no era otra que un parásito, llamado pulgón, responsable de transmitir un virus, el Tulip Breaking Potyvirus (TBV).
No faltan las anécdotas extravagantes y casi increíbles, como la que cuenta el escritor y periodista escocés Charles Mackay en su libro Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds (Memorias de extraordinarias ilusiones y de la locura de las multitudes 1841). Una de ellas versa sobre un marinero que confundió con una cebolla un bulbo de Semper Augustus que había encontrado en su barco y lo cocinó junto a un arenque para su almuerzo. El dueño del bulbo, un rico mercader, había pagado 3.000 florines por él. La “cebolla” le salió cara al marinero, quien fue condenado a 6 meses de prisión.
Como era de esperar, la burbuja explotó. Si a principios de 1637 los bulbos de tulipán se cotizaban a precios extraordinarios, al llegar febrero se produjo el temido desplome. Los mayoristas de bulbos se reunieron en Haarlem, ciudad que quedaba a un día a pie de Ámsterdam, y se tuvieron que enfrentar a una dura realidad: nadie deseaba comprar su producto.
En apenas unos días los precios de los tulipanes holandeses se redujeron diez veces. La mayoría de los comerciantes y especuladores quedaron en la ruina. La bancarrota golpeó a todas las clases sociales y la economía neerlandesa cayó en la quiebra. Hoy la historia es bien distinta, pues Holanda ha llegado a acaparar el 80 % de la producción mundial de la controversial flor.
La leyenda del tulipán negro
A Alejandro Dumas le debemos la novela histórica El tulipán negro (1850), en la que hace gala de su habitual talento narrativo y nos atrapa con intrigas desde la primera página. Para no hacer “spoiler” (para los que no han tenido oportunidad de leerla), la trama gira en torno a la lucha de sus protagonistas por conseguir lo más preciado: el bulbo del tulipán negro.
Ahora bien, ¿existe el tulipán negro? Durante siglos los cultivadores holandeses de tulipanes han buscado esta exclusiva flor. Sin embargo, no existe de momento. Lo más cercano en color es el púrpura muy oscuro. Según los expertos, el más oscuro que se ha logrado conseguir es el galardonado “Reina de la noche”, de color berenjena o caoba que por su fino aterciopelado parece negro, en especial en horas del atardecer.
Ficha botánica
Nombre científico: Tulipa
Reino: Plantae
División: Magnoliophyta
Clase: Liliopsida
Orden: Liliales
Familia: Liliaceae
Subfamilia: Lilioideae
Etimología: el nombre proviene de un vocablo turco “tulban” (turbante)