Por Amalia Bobea, arquitecta. @abjardininterior

Fotos: fuente externa

En todo lo que existe buscamos el equilibrio: ni muy grande ni muy pequeño, ni muy oscuro ni muy iluminado, ni muy verde ni muy colorido, ni muy lucido ni muy turbio, ni muy grave ni muy agudo, ni muy silencioso ni muy escandaloso, ni solo dar o solo recibir… Esto aplica a nuestra mente, a nuestro espíritu, a las distintas áreas de nuestra vida, a las emociones, a nuestros límites, a la economía, al arte y en particular a los jardines.

Siempre procuraremos transitar el camino del medio, en el que encontraremos balance, armonía y paz. Este camino no se trata simplemente de buscar un espacio intermedio, sino de evitar los extremos y en ocasiones hasta trascender a estos. En el arte del jardín la búsqueda del equilibrio es uno de los pilares para conseguir belleza, y uno de los principios para lograr una composición variada y a la vez unificada.

¿Qué es el equilibrio?

En dependencia del punto de vista o enfoque, el equilibrio se define de distintas maneras:

– Es un estado en el que se ha logrado un balance entre dos fuerzas.

– Es cuando una persona alcanza salud mental, o cuando algo o alguien se mantiene de pie sin caerse.

– Es la relación entre las proporciones de las distintas partes de un todo, y su resultado siempre connota belleza.

En términos del jardín, el equilibrio consiste en lograr una composición en la que los elementos se distribuyan de manera tal, que la vista se sienta atraída casi con la misma intensidad por los dos campos visuales, situados a cada lado de un eje imaginario. Cuando decimos composición nos referimos al arte de relacionar los elementos del jardín de forma variada y a la vez unificada; es decir, es unidad en la variedad.

¿Cómo encontramos este camino?

Encontrar el camino del equilibrio, o “el camino del medio”, no se trata de distribuir los elementos simétricamente y equidistantes partiendo de un eje imaginario. En realidad, existen esos jardines formales, con influencias renacentistas y barrocas que guardan una perfecta simetría, donde todo se distribuye de manera perfecta a ambos lados del eje visual, para lograr una composición geométrica y estable. Pero no es la única manera de encontrar el camino del equilibrio.

Sucede que, la mayoría de las veces, creamos un jardín para poder llevar un pedacito de naturaleza a un espacio al cual tenemos acceso, y las composiciones “naturales” por lo  general son asimétricas; de ahí que tendremos que utilizar otros recursos para que, aun sin repetir los objetos a cada lado, la composición resultante se vea estable. Incluso, me atrevo a decir que desde que iniciamos el proceso de exploración del terreno para implementar un jardín estamos buscando ese equilibrio.

Por ejemplo, si el espacio es muy amplio, queremos hacer que se vea más grande; si nos da la sensación de ser muy abierto, pensaremos en crear ciertos límites, aunque sean solo visuales; si es demasiado soleado, tendemos a crear algunas áreas con sombra; si existen vistas desagradables trataremos de ocultarlas un poco o desviar la atención a otros lugares.

Y no solamente en el aspecto de percepción espacial y visual, sino que también en cuanto al tipo de suelo, la base del jardín. Si los elementos que lo integran no se encuentran en la proporción correcta, o si sus propiedades físicas (textura y estructura) o químicas (salinidad y pH) no son adecuadas, obligatoriamente tendremos que darle estabilidad, ya que de esta dependerá el desarrollo de la mayoría de las plantas.

Más adelante, en el proceso de diseño, cuando estamos combinando los elementos que adornarán el jardín, también emprenderemos la búsqueda del equilibrio, principalmente mediante la correspondencia entre llenos y vacíos, los contrastes, la definición de los puntos focales y el juego con las formas, las texturas y los colores.

Recursos para conseguir equilibrio

Son muchos los recursos que podemos usar. Por el momento les compartiré solamente sobre la forma, la textura, el color y el contraste. Si distribuimos los elementos en el conjunto debemos tomar en cuenta el peso visual de estos. En general los tamaños grandes, las formas raras, los colores fuertes y las texturas gruesas llaman más la atención, por lo que ejercen un mayor peso visual. Esto quiere decir que, por ejemplo, un objeto grande se puede equilibrar con uno pequeño, siempre que sea más denso o con color más fuerte.

Los elementos con mayor peso visual achican el espacio, por lo que para que el mismo se perciba amplio debemos ubicar formas, colores y texturas menos llamativas en la lejanía. Por el contrario, los colores fuertes y las texturas gruesas debemos acercarlas al observador, a la vez que recomiendo usarlos con moderación, a modo de acentos, ya que su uso excesivo podría provocar una especie de desorden.

Otra forma de lograr equilibrio es jugando con la altura y el patrón de crecimiento de las plantas, para crear contrastes. Por ejemplo, elementos de gran altura generalmente llaman la atención y son puntos focales, equilibramos con elementos de altura intermedia o elementos bajitos. De igual modo, podemos usar plantas con un patrón de crecimiento vertical que se equilibran con otras que crezcan con un patrón horizontal.

En conclusión, la forma, el color, el tamaño y la textura afectan mucho el equilibrio. Pero, ojo, que el camino del equilibrio no termina con un buen diseño, sino que es entonces cuando inicia el desarrollo del jardín, con su cultivo y mantenimiento. Solo así lograremos encontrar el camino del equilibrio en el jardín exterior, a la vez que probablemente con su cuidado encontremos un mayor balance interior.

 

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