Por Amalia Bobea, arquitecta. @abjardininterior

Por Amalia Bobea
Fotos: fuente externa 

Con frecuencia queremos desarrollar el paisajismo de un proyecto o crear un hermoso jardín, pero no nos tomamos el tiempo necesario para planificarlo. En consecuencia, el resultado puede que no sea el esperado. Solemos llenarnos de ideas, pero al no tener un tema claro, es fácil confundirnos en el camino y elegir elementos inadecuados o que no combinen entre sí.

Una forma de evitarlo es considerar de suma importancia el espacio o la circunstancia que nos puedan servir de fuente de inspiración: visitar lugares que nos agraden, salir al campo, leer poemas, escuchar una canción, ver otros trabajos de paisajismo, salir a caminar en nuestro entorno, buscar imágenes en internet.

Todo esto ayuda, pero luego de que estamos llenos de ideas se nos presentará otro gran reto: ¿Cómo podemos expresar todo este abanico de posibilidades y seleccionar específicamente lo que en realidad tiene sentido, que sea coherente con nuestros objetivos?

Seguro te ha pasado que tienes un montón de imágenes en mente, pero todavía nada decidido. Es el momento para utilizar una herramienta muy útil que nos dará claridad antes de concebir el proyecto definitivo: el panel de inspiración, tablero de estado de ánimo, más conocido como “mood board”.

Consiste en una especie de collage, que puede ser háptico o digital, que nos permite jerarquizar nuestras ideas, organizar nuestros objetivos, partiendo de un tema que transmite un mensaje claro. En el caso del “mood board” háptico podemos elaborarlo sobre cartón, madera o cartulina, y hacer una especie de composición con distintos elementos relacionados con nuestro tema, de manera que comuniquemos la idea de una forma bien estructurada.

Estos elementos lo constituyen imágenes, texturas, colores, frases y materiales que se combinarán para expresar, no solo la parte estética del proyecto, sino también las actividades que queremos que en él se desarrollaren, así como las sensaciones y emociones.

De esta manera estaremos muy claros antes de proceder a elaborar el proyecto definitivo, ya que comprobaremos de manera visual y táctil si los elementos combinan entre sí, comunican lo que deseamos e incluso si son capaces de convencer a nuestro cliente de que acepte nuestra propuesta.

Siempre será mejor hacer un “mood board” físico que digital, pues tocar los materiales se convertirá para nosotros y para el cliente en una experiencia memorable, aunque sin dudas, será más fácil hacer un “mood board” digital.

Para tener una idea de sus componentes, podemos incluir uno o varios mensajes que expresen nuestra idea, que sinteticen el mensaje. Puede constar de una paleta de colores, ya que estos por sí mismos transmiten una sensación y un mensaje.

Incluiremos, además, fotos de personas o animales, también textiles y trozos de alfombras, materiales como arena, grava, roca, revestimientos en madera y metal e imágenes de hojas, flores, frutos y corteza.

Tomemos en cuenta que en el jardín juegan un papel importante los sonidos y olores, por lo que recomiendo incluir imágenes que representen, si así lo amerita el caso, el canto de las aves, el sonido del agua, el aroma de la hierba y de las flores.

Pero volviendo al principio, lo fundamental es tener claro objetivos y tema. Puedes contar tu historia a través de un “mood board”. No necesitas incluir todos estos elementos que he señalado, elige solo los que sean más explícitos; mientras más sencillo, mejor. Si tuvieras que resumir tu concepto en un mensaje concreto y especifico, ¿cuál sería?

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