Por Ramón Morales Tarancón
Fotos: fuente externa
La primera vez que escuché la palabra “dionaea” fue una noche de ballet en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”. Se estrenaba una magistral obra danzaria con este nombre, que correspondía a una planta carnívora que atrapaba a sus víctimas envueltas en la magia de las luces, la música y la espectacular coreografía.
La imaginación vuela y desde la butaca de espectador me traslado al hábitat natural y observo cómo la planta engulle a sus presas. La verdadera Dionaea muscipula, que genera una fascinación difícil de explicar, es originaria de Estados Unidos, en especial de los cálidos pantanos de los estados de las Carolinas (del Norte y del Sur), y más específicamente en Green Swamp, en los alrededores de Wilmington. Existen poblaciones naturalizadas al norte de la Florida y en Pine Barrens, Nueva Jersey.
Se trata de la única especie del género monotípico Dionaea, una planta carnívora de la familia Droseraceae. Su nombre común, dionaea atrapamoscas o Venus atrapamoscas, hace referencia a su hábito alimenticio de atrapar presas vivas, sobre todo insectos y arácnidos.
Esta criatura que parece salida de una película de terror o de alienígenas es de un tono verde vibrante y se mezcla sin esfuerzo con la vegetación circundante de los pantanos en los que habita, excepto por la noche, cuando puede emitir un tenue resplandor azul fluorescente para atraer a sus presas. No posee ojos, ni oídos y no duerme, solo espera, incluso durante días, hasta que su víctima se cruza en su camino.
Más rápido que en un abrir y cerrar de ojos la carnívora planta se cierra de golpe cuando la desprevenida presa cae en sus mandíbulas, “adornadas” con hileras de “dientes” en forma de agujas. Sin embargo, la víctima no muere de inmediato, comienza a ser digerida viva. Según los científicos, esta peculiar planta solo necesita alimentarse cada uno o dos meses, aunque puede vivir hasta 25 años en estado silvestre.
Fascinación que persiste
En 1763, el entonces gobernador de Carolina del Norte, Arthur Dobbs, expresó que la Dionaea muscipula era “una gran maravilla” y llegó a comparar sus “mandíbulas” con las trampas para zorros hechas de hierro. Hasta Charles Darwin, en 1875, escribió que era “la más maravillosa (de su tipo) en el mundo”.
La obsesión de Thomas Jefferson –tercer presidente de Estados Unidos– por la dionaea lo llevó a plantarla en su finca en Monticello (en Virginia), pero nunca pudo lograr que sobreviviera y se reprodujera. La razón era simple: la especie es nativa solo en un radio de 96 km alrededor de Wilmington, Carolina del Norte, y no es amiga de climas más secos y áridos.
En la actualidad lo exótico de esta planta hace que los cazadores furtivos la saquen de su hábitat natural para comercializarla en otras regiones de Estados Unidos y del mundo. El propio desarrollo de la sociedad se ha vuelto una amenaza más para su existencia, ya que cada vez son más los restaurantes, las tiendas y negocios que quieren tenerla, lo que provoca que merme su población y se le considere en estado “vulnerable”, a pesar de las iniciativas llevadas a cabo por el gobierno norteamericano y un buen número de personas por proteger los terrenos de su hábitat.
Proyecto Carnivorom
En 2010 la Unión Europea financió con 2,5 millones de euros el proyecto Carnivorom, que concluyó con éxito en 2016 al cumplir sus objetivos: hallar los orígenes del carnivorismo en la Dionaea muscipula y qué genes hacen a algunas plantas alimentarse de insectos o por qué, en determinado momento de su evolución, empezaron a cazar.
Entre los resultados se conoció que la atractiva planta comenzó su evolución hace unos 40 millones de años a partir de un antepasado que ya era carnívoro. De acuerdo con el biofísico alemán Rainer Hedrich, de la Universidad de Wurzburgo, líder del estudio, se supo que esta planta envía impulsos eléctricos análogos a los cerebrales.
Es como si la Dionaea muscipula fuera una fusión de hoja, raíz y estómago. En declaraciones a la prensa, Hedrich señaló que “actúa como una hoja normal, ya que es fotosintéticamente activa, pero una vez ha atrapado a la presa con su trampa se asemeja a una boca y segrega enzimas digestivas como un estómago para descomponer a la víctima. Los nutrientes derivados de la presa son incorporados, al igual que ocurre en el intestino de los animales, por un mecanismo que también se da en las raíces de las plantas”.
FICHA BOTÁNICA
La dionaea, la más popular de las plantas carnívoras, alcanza su madurez a los cuatro o cinco años si se cultiva a partir de semillas; en condiciones normales puede sobrevivir 20 y hasta 30 años. Consta de un rizoma, del cual salen las hojas en forma de roseta y crecen al nivel del suelo; el extremo de las hojas la conforman dos lóbulos (trampa). Posee un tallo floral, en forma de racimo, de 2 a 10 flores blancas, pero la floración causa su debilitamiento. En invierno el follaje tiende a atrofiarse y puede desaparecer por completo para rebrotar en primavera. Aunque llame la atención cómo se cierran y abren las trampas, no debe abusarse de esta práctica para que la planta no muera de estrés.
Es posible conseguir Venus (DIONAEA) aqui en Republica Dominicana??