Por Yulendys Jorge

Fotos: Ricardo Hernández

Descolgaron con perplejidad el auricular de aquel aparato negro con disco de acetato transparente y orificios circulares que dejaba ver los números que se habrían de marcar. Paola y Josué, de 20 y 16 años, respectivamente –hijos de nuestro fotógrafo Ricardo Hernández–, se preguntaban cómo funcionaba lo que decían era un teléfono.

Introdujeron su índice en los primeros números del código nacional, 809, como se les indicaba, pero tuvieron dificultad para rodar el disco hasta el extremo, la única manera de que el sistema registrara el marcado. Nacidos en la era de los teclados y las pantallas táctiles, no salían de su asombro, era como estar en otra época, y lo estaban. La casa de la destacada folclorista dominicana Xiomarita Pérez alberga, si no la memoria histórica del hogar dominicano, sus elementos más icónicos.

De Puerto Plata emigró con su familia a Santo Domingo a los 11 años, y se trajo consigo la identidad de sus compueblanos, que hasta el día de hoy la acompaña. Formó parte, por 27 años, del ballet folclórico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), una actividad que contribuyó a superar el fallecimiento de su madre, y a través de la cual encontró su destino y un medio de transmisión y concienciación sobre el valor de la cultura dominicana conjuntamente con el periodismo.

Detrás de su festiva personalidad hay un arduo trabajo de investigación sobre el folclore de más de 50 años, desde que incursionó en el periodismo a finales de los 80. Parte de estos frutos se encuentran compilados en la Biblio-hemerografía de la cultura tradicional y popular de la República Dominicana (1927-2007), organizada por temática y autores, y publicada durante su gestión como directora nacional de Folklore (2004-2012), primera en el país, tras crearse esa dependencia del Ministerio de Cultura en 2004.

Otras obras suyas son Navidad dominicana, mezcla de lo religioso con las costumbres de los pueblos y Gazapos, yerros y humor, y Consultorio folklórico de la República Dominicana. Actualmente trabaja en tres libros sobre carnaval y gastronomía dominicana, ofrece charlas y conferencias, organiza cursos de baile y publica su columna semanal “Folcloreando” en el periódico Listín Diario. Las redes sociales le han servido para transmitir sus conocimientos a una mayor cantidad de personas de diferentes partes del mundo.

Contrario a lo que se pueda creer, su museo escuela, como llama a su hogar, no solo evoca la nostalgia de los más entraditos en años, sino que enciende la curiosidad de los más jóvenes, como Paola y Josué, quienes acompañaron al equipo de Fucsia a la entrevista y se despidieron no sin antes manifestar la intención de una segunda visita para conocer en detalle los artículos, enseres y juguetes de la cultura popular dominicana.

Fucsia: ¿Cuál ha sido tu relación con la naturaleza, con las plantas?

Xiomarita Pérez: Me encanta la naturaleza y por eso cuando viajo por carretera disfruto el trayecto; aprovecho ese momento para visualizar el panorama y vivir el encanto de la vida simple. Ver árboles paridos de frutas me llena de energía.

F: ¿Cuáles son tus árboles favoritos?

XP: Los arboles florales, como el roble rosado (Tabebuia rosea) que en la avenida Bolívar (Santo Domingo) sus flores caen y se convierten en una alfombra rosada…; me detengo a disfrutarlos. Igual que el roble amarillo (Tabebuia aurea), esos colores me llenan de luz. De los frondosos el samán y el guatapanal, por la sombra. El pino hindú, por su imponente elegancia eréctil. (Risas).

F: ¿Y flores?

XP: La almira es otra planta cuyas flores me enloquecen y me recuerdan los campos de Puerto Plata, me dan alegría, me traen recuerdos bellos; soy muy visual y emocional. Los estatíes me encantan, por sus florecillas. Siempre tengo en mi hogar. Con ellas hice una tiara de flores cuando me casé la primera vez. También la sansevieria, conocida como “lengua de suegra”, por su capacidad de purificar el aire.

F: ¿En tu familia se utilizaban plantas como opción medicinal?

XP: A mí me quitaron el pecho apreta’o con raíz de anamú, leche de coco y ginebra. El trago más malo; yo lloraba por culpa del anamú.

F: Háblanos del proyecto casa museo que será tu hogar.

XP: Es un espacio al que yo llamo “Museo escuela étnico viviente”, puesto que el que viene aquí, a mi casa, puede ver artículos como las sillas que se usaban antes en los mortuorios de caoba y plegable que se transformó en la de aluminio y luego en la apilable de plástico. Para que la gente pueda ver cómo se van transformando los objetos fruto de las necesidades que van evolucionando con el tiempo. Otro ejemplo es la bacinilla esmaltada que luego la empezaron a fabricar de aluminio y luego de plástico. El neceser (maletita de viaje) para los cosméticos, el colador de tela, la tinaja, una jeringa de cristal, una tercia de aceite, las tenazas y el peine calientes en el fogón para alisar el cabello…

F: ¿A quién está dirigido, ¿quiénes estarían interesados en visitar tu museo?

XP: A todos los dominicanos y extranjeros. Los adultos recordarán su niñez, y los niños se volverán locos preguntando cómo funciona tal o cual juego y eso va quedando en su memoria. Las personas de otras regiones caribeñas o latinas también se identificarán, ya que usaron artículos similares pero con otros nombres.

F: ¿Cómo sería el protocolo para asistir al museo, que también es tu casa?

XP: Las personas interesadas se comunican conmigo, como lo hacen a través de las redes sociales, y lo acordamos tras definir el objetivo o los intereses de la visita.

F: ¿Pueden asistir universitarios o investigadores?

XP: Sí. Tengo un centro de documentación biblio hemerográfico temático; pueden venir, con previo acuerdo, a consultar documentos, publicaciones y libros.

F: ¿Cómo ves a las nuevas generaciones con relación al tema de la cultura popular?

XP: La gente cree que porque tú bailas ya eres folclorista. La juventud no aprecia el folclore, que no es más que la cultura tradicional (saberes, creencias, costumbres). La importancia de que se fomente ese conocimiento es porque, entre otras cosas, contribuye a la identidad nacional.

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Folklore dominicano

 

 

 

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